Como viste en "Las Lágrimas del Dragón", en el discurrir de la vida son muchas las personas que por una circunstancia u otra deben afrontar grandes adversidades que en ocasiones se presentan como insalvables. A pesar de ello y como pudiste leer en dicho pasaje, con mucho trabajo y esfuerzo la vida puede llegar a sonreírnos de forma que en su momento muy probablemente habríamos descartado. Sin embargo, también hay situaciones en las que ante ciertas evidencias, las puertas de la esperanza se cierran y se abren otras como por ejemplo las de la aceptación, tal y como en el caso del personaje del que hoy hablaré, pero quisiera destacar que incluso en esas circunstancias... puede haber un horizonte que vaya más allá:
Sobre el Siglo XVIII en "Entrevista con el Vampiro", un joven de Nueva Orleans llamado Louis (interpretado por Brad Pitt) es convertido a manos de un extravagante personaje conocido como Lestat (Tom Cruise).
Considerando que nuestro hoy protagonista era un hombre de principios, que tenía unos marcados sentimientos de fraternidad y al que desde hacía años asediaba la culpa, existir a costa de la vida de los demás fue algo que supuso un golpe muy difícil de asimilar. Sin embargo y con el paso de los años, aprendió a vivir en la penumbra usando estrategias y alternativas en principio impensables y despreciables para otros de su especie, como consumir animales menores, y personas que estuvieran enfermas o a punto de morir, esquivando de esta forma la mirada a una culpa que incluso antes de su conversión no terminaba de digerir. Puesto que este sentimiento ya ha sido tratado anteriormente en este blog, quisiera centrarme en el detalle de que incluso cuando Louis consiguió asimilar su nueva naturaleza, había algo que con un especial anhelo la para él mortal luz del sol le impedía volver a apreciar:
el azul de los mares.
Recordando e insistiendo que en la saga de novelas de Anne Rice estos seres malignos precisamente no brillan a la luz del astro rey, Louis optó por rendirse a la evidencia con tristeza y resignación cerrando de esta forma toda puerta a cualquier esperanza. Sin embargo, muchísimos años después, escuchó hablar de un invento revolucionario que para su sorpresa primeramente le permitió ver la luz del sol, para más tarde hacerle vibrar de emoción al brindarle la oportunidad de contemplar su ansiadamente recordado azul de los mares:
El cine.
Como comentaba al principio, incluso cuando pensamos que las posibilidades de superar una adversidad son ínfimas, hay casos y personas que se encargan de demostrar que existe una posibilidad ante lo insalvable, y que incluso cuando la lógica o la evidencia nos puede hacer caer en la aparentemente más certera oscuridad, no debemos dejar de considerar que antes o después pueden llegar a presentarse puertas que abrir...
... más allá de la esperanza.
Considerando que nuestro hoy protagonista era un hombre de principios, que tenía unos marcados sentimientos de fraternidad y al que desde hacía años asediaba la culpa, existir a costa de la vida de los demás fue algo que supuso un golpe muy difícil de asimilar. Sin embargo y con el paso de los años, aprendió a vivir en la penumbra usando estrategias y alternativas en principio impensables y despreciables para otros de su especie, como consumir animales menores, y personas que estuvieran enfermas o a punto de morir, esquivando de esta forma la mirada a una culpa que incluso antes de su conversión no terminaba de digerir. Puesto que este sentimiento ya ha sido tratado anteriormente en este blog, quisiera centrarme en el detalle de que incluso cuando Louis consiguió asimilar su nueva naturaleza, había algo que con un especial anhelo la para él mortal luz del sol le impedía volver a apreciar:
el azul de los mares.
Recordando e insistiendo que en la saga de novelas de Anne Rice estos seres malignos precisamente no brillan a la luz del astro rey, Louis optó por rendirse a la evidencia con tristeza y resignación cerrando de esta forma toda puerta a cualquier esperanza. Sin embargo, muchísimos años después, escuchó hablar de un invento revolucionario que para su sorpresa primeramente le permitió ver la luz del sol, para más tarde hacerle vibrar de emoción al brindarle la oportunidad de contemplar su ansiadamente recordado azul de los mares:
El cine.
Como comentaba al principio, incluso cuando pensamos que las posibilidades de superar una adversidad son ínfimas, hay casos y personas que se encargan de demostrar que existe una posibilidad ante lo insalvable, y que incluso cuando la lógica o la evidencia nos puede hacer caer en la aparentemente más certera oscuridad, no debemos dejar de considerar que antes o después pueden llegar a presentarse puertas que abrir...
... más allá de la esperanza.