Cuando era niño y caía enfermo varios días por algún resfriado o alguna dolencia similar, mi tío Juan solía prestarme una cinta de vídeo con 2 cortes muy significativos: "El León y la Gacela" y un episodio del mítico "Flash Gordon". Hoy, mientras la melancolía me hace girar el cuello esperando escuchar el timbre seguido por el sonido característico de aquellos pasos acercándose por el pasillo, tomaré como centro de interés a aquél fantástico jugador de los New York Jets para hacerte reflexionar una vez más.
Flash llegó por accidente a Mongo, un planeta que iba a invadir La Tierra por orden del despiadado Ming, que gobernaba a placer favorecido por las grandes discrepancias entre aquellos que querían abolir su dictadura (entre los que destacaban los hombres halcón de Bultan y los arqueros de Arboria). El terráqueo de pelo rubio, a diferencia de muchos de los personajes del mundo del cómic no tenía ningún tipo de súper poder, y únicamente a través de la amistad, el diálogo, el compañerismo y un enorme carisma consiguió unir a todos los pueblos de Mongo y derrocar al desalmado Ming, a pesar de ser extranjero.
Años después de la liberación los protagonistas de esta melancólica serie decidieron reunirse, y por supuesto, en el reencuentro, y recordando la hazaña, todos tenían palabras de elogio para Flash y Dale (su amada esposa) y se alegraban mucho de volver a verlos. Sin embargo, entre todas las expresiones hubo una que llamó la atención del salvador de Mongo:
Al verle el príncipe Barin, que siempre se caracterizó por una significativa soberbia, se acercó a Flash, observó los surcos que el paso de los años había acentuado en su cara, y en tono claramente burlesco le dijo: ¡¡¡Eh Flash!!! ¡¡¡Te estás haciendo viejo!!! ¡Pronto tus rizos de oro pasarán a ser de plata y tendrás la barriga de Bultan! ¡Jajaja!
A pesar de que nuestro protagonista no encajaba muy bien el paso del tiempo por su cuerpo, al escuchar el quizás poco apropiado comentario se acercó al príncipe de Arboria recordando su apoyo de antaño, y al igual que a los demás le dio un abrazo haciendo caso omiso del mismo. El motivo... porque entendía que además de la especial dificultad para alguien como él (Barin) de cara a asimilar que un foráneo le robara todo el protagonismo, hay muchas personas inseguras (o que en momentos así se sienten) que necesitan ver fallos o defectos en los demás para no sentirse inferiores o superar la intimidación ante aquellos que de una forma más o menos consciente admiran, y que no por ello debe haber mala intención en sus actos.
Imagen con licencia CC, cortesía de Roman Vanur.
Imagen con licencia CC, cortesía de Roman Vanur.