jueves, 27 de septiembre de 2012

Los apuntes del joven padawan Volumen 4



El Maestro Jedi...


... sabe mantener la esencia que le dota de identidad.

... no deja que la opinión de los demás le marque límites.

... no pospone las decisiones importantes.

... elige bien a sus compañeros de batalla.

... valora las actuaciones de sus conocidos para saber quiénes son realmente sus amigos.

... entiende que la distancia es una buena opción cuando la mirada de los suyos es obtusa.

... no sufre de locura, la disfruta a cada momento.


Imagen con licencia CC cortesía de parl




jueves, 20 de septiembre de 2012

Luchadores callejeros



En ocasiones, cuando la melancolía me aborda recuerdo grandes momentos de mi infancia, y como parte de ella, me vienen a la cabeza los grandes amigos, las excursiones, las travesuras, y un largo etcétera en el que puedo incluir lo que es una de mis grandes pasiones: el mundo de los videojuegos.

Desde que descubrí "Athletic Land" hasta que terminé "Dead Space 2" han pasado por mis manos tal cantidad de juegos que creo no podría enumerarlos todos, pero entre ellos hubo uno que desató tal pasión que a día de hoy sigue generando secuelas, películas, series de animación y hasta figuras de acción. Evidentemente estoy hablando del fantástico "Street Fighter 2". Para no irme demasiado por las ramas, hoy me centraré en el protagonista de "Street Fighter I" y en el luchador que tiene sus mismas técnicas, aunque con un estilo mucho más espontáneo.

Ryu y Ken eran alumnos del mismo Sensei, tenían un enorme afán de superación y un descomunal potencial   para la lucha cuando comenzaron con su adiestramiento en las artes marciales, por lo que rápidamente surgió entre ellos una gran amistad. Sin embargo, con el paso de los años, Ryu, japonés de nacimiento, empezaba a destacar sobre el americano por su carácter humilde y metódico, que contrastaba con el exceso de confianza y la espontaneidad de Ken. A ojos del Maestro, Ryu parecía siempre el ejemplo a seguir, lo que consiguió que los celos comenzaran a apoderarse del luchador de kimono rojo.

Ken empezó a discutir por cualquier insignificante motivo , y si éste no se presentaba, provocaba situaciones en las que poder echar algo en cara a su gran amigo, que a su vez sufría al ver que su compañero lo estaba pasando realmente mal. En innumerables ocasiones, el aprendiz japonés intentaba hacer razonar al americano para así mantener la amistad fraguada tras tantos años, obteniendo siempre desprecio, rechazo y una obtusa postura ante el diálogo.

Tras un periodo marcado por la reflexión y sin ningún plazo como consejero, el luchador japonés con todo el dolor de su corazón recogió sus pertenencias y siguió su entrenamiento lejos de Ken, buscando a los mejores luchadores del mundo para seguir puliendo su estilo e intentando ser el mejor.

El éxodo de Ryu supuso en principio un alivio para el luchador rubio, pero con el paso del tiempo comenzó a percibir con objetividad y tristeza los motivos que le habían separado de su amigo, por lo que comenzó a tomarse el entrenamiento mucho más en serio. A partir de ese momento, su objetivo era mejorar como persona y como luchador para alcanzar un nivel que le permitiera encontrar a Ryu, luchar con él y demostrarle que sin perder su estilo desenfrenado también era un luchador metódico y respetable (subyaciendo el objetivo de querer recuperar su amistad).

Cuando finalmente le encontró, su expresión mostraba el miedo que le invadía al no saber cuál sería la reacción del japonés después de tanto tiempo, y era consciente de que su inmadurez podría haber hecho demasiado daño a quien tanto apreciaba y admiraba, pero al percibir esta situación, su amigo le sonrió, le miró a los ojos, y alzó el pulgar hacia arriba como muestra de aprobación, tal y como solía hacer el americano. Tras un fuerte abrazo, procedieron a hacer lo que más les gustaba... luchar.

Imagen cortesía de shanewarne_60000

PD: Este, es otro pasaje que tengo que dedicar a uno de mis primeros maestros en la vida: mi abuelo Bartolo.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Hermoso Pensar



Ayer recibí la triste noticia de que el padre de una de mis mejores amigas había fallecido a los 61 años tras una semana en la que una inesperada enfermedad le ha ido consumiendo de forma fulminante. El poco tiempo que pasé con él, mostró siempre una expresión que reflejaba lo orgulloso que estaba de los amigos de su hija, y su dedicación al trabajo y a su familia me han despertado tal dolor que me ha traído de nuevo aquí, para al menos compartir con quien quiera un sentimiento que habita en mí desde hace mucho tiempo.

Ese sentimiento, lo reflejé en su momento como mejor pude  en mi canción "Hermoso Pensar", de la cual hoy quisiera destacar principalmente su segunda estrofa, que dice así:

"Pasa el tiempo y no cambió,
la tristeza al no oír tu voz
por la mañana al despertar
mientras velabas por mi felicidad
tantas cosas no pude contar
oh, si pudiera volverte a encontrar en ese lugar"

El ritmo frenético que siguen nuestras vidas, y creer que todo es eterno nos puede alejar de compartir nuestras ideas, pensamientos e inquietudes con aquellos que tenemos cerca, y por desgracia, solo cuando ya no están nos acordamos de todos esos momentos que nos hubiese gustado compartir con ellos. Por eso, si este inciso entre mis pasajes sirve para que tan solo una persona busque un momento para hablar con su madre, su hermano, o cualquier persona que no quisiera perder, habré tapado un poco ese vacío que nunca podré llenar.

"Cuando perdemos a nuestros seres queridos, 
la única forma de hacer que vivan más tiempo es no dejar de amarlos nunca. 
Los edificios arden, las personas mueren, 
pero el amor, si es verdadero, es para siempre."


Imagen con licencia CC cortesía de Brenda Starr.

jueves, 13 de septiembre de 2012

Eligiendo a tus aliados


Cierta vez, alguien me dijo que hay dos tipos de series: las que no puedes esperar a que llegue el próximo episodio, y las que sí. La que hoy abordo es de las primeras, y prueba de ello son los 3 días que tardó un amigo en ver la serie completa: Death Note.

En este original ánime, cuya principal característica es la seriedad, el misterio y la intriga, un joven estudiante de secundaria de unos 17 años encuentra un misterioso cuaderno en el que al escribir el nombre de alguien, esa persona termina muriendo. Nada más comprobarlo, Light Yagami pretende hacer un mundo mejor encargándose de asesinos, malhechores, violadores, etc. hasta que quede en la tierra un único criminal: él mismo. Al poco tiempo, la policía internacional toma conciencia de que alguien está asesinando sin piedad a diferentes tipos de malhechores, y por tanto, comienzan a investigar quién está detrás de tan extraños asesinatos.

La serie es tan buena y tan compleja desde un punto de vista deductivo, que habría muchísimos mensajes que podría destacar. No obstante, dada la motivación que hoy me ha volcado al que podría considerar el "cine negro del manga", me centraré en lo siguiente:

NO SIGAS LEYENDO SI NO HAS VISTO LA SERIE Y TIENES INTERÉS EN HACERLO

jueves, 6 de septiembre de 2012

Cuando dejamos de ser quien somos


Después de un necesario periodo de inactividad, y volviendo a retomar el blog en su particular "segunda temporada", me viene a la cabeza la expresión: "Segundas partes nunca fueron mejores", que es al menos, lo que nos han inculcado desde que éramos pequeños. Personalmente, suelo afrontar este tipo de afirmaciones con una postura flexible, ya que en este caso, cuando escucho o leo este dicho popular me llegan a la mente grandes secuelas como Terminator 2, El Caballero Oscuro o la segunda temporada de Dexter.

Es por ello que hoy en el presente pasaje hablaré muy brevemente de una secuela en la que pudimos ver el lado más humano del héroe más poderoso de la compañía DC Cómics: Supermán II.

Esta película comienza con un enamorado Clark Kent que reflexiona sobre la forma en que podría llegar a formar una familia con la también periodista Lois Lane. La conclusión que obtiene se concreta en renunciar al poder que le caracteriza (y le brinda nuestro sol amarillo) para poder vivir como un ser humano más.

Tomada la decisión de unir su vida a la de la terráquea, vuela con una manifiesta premura hacia la Fortaleza de la Soledad (su hogar en el Ártico) y a través de un complejo sistema de tecnología kryptoniana consigue desprenderse de todos sus súper poderes. 

A partir de ese momento conoce el dolor.

Imagen con licencia CC cortesía de Johnath.