miércoles, 6 de noviembre de 2013

Muros



En la genial adaptación al cine de la novela corta de Stephen King "Rita Hayworth y la redención de Shawshank", más conocida como "Cadena Perpetua", un joven y brillante banquero llamado Andy Dufresne ingresa en prisión acusado de asesinar a su esposa y su amante en la trágica noche en que descubre la aventura. Una vez entre rejas, al verse absolutamente descontextualizado y rodeado por tipos de personas con los que nunca se había relacionado, actuando con una inteligente prudencia mientras solventaba como podía las enormes adversidades que se le venían encima, fue poco a poco haciéndose un hueco entre un grupo de presos. Entre ellos, destacaban un hombre de color que conseguía cosas llamado Red, un áspero pero a su vez simpático recluso al que llamaban Heywood, y Brooks, el anciano bibliotecario.

(Si quieres ver la película y no quieres saber nada de ella, no sigas leyendo. No obstante, prácticamente no hay "spoilers")

Quizás, de todos ellos el que podría ser aparentemente más tranquilo y pacífico era el viejo Brooks, motivo por el cual cuando pasados muchos años le encuentra sujetando a su amigo Heywood por la espalda, amenazándole acalorada y agresivamente con un cuchillo, el ex banquero no terminaba de salir de su asombro.
Una vez controlada la situación, pudieron averiguar que el motivo de su momentánea enajenación era que iban a concederle la libertad condicional tras toda una vida en la cárcel, y volver a un mundo sin rejas se presentaba como una insalvable inmensidad que sería evitada con una simple infracción.

Dado su estupor y asombro, Red vio necesario explicar a Andy el fenómeno que acababan de presenciar, y lo hizo con una frase que incluía un participio muy particular que posiblemente quedó grabado en mi mente desde la primera vez que disfruté de esta gran película:

Brooks no estaba loco, estaba institucionalizado;

A continuación, y con la calma y sobriedad que le solían caracterizar terminó matizando una idea cuya aplicación se nos podría pasar por alto de no prestarle la atención que merece y que se resume en la siguiente frase:

Los muros de una cárcel: "primero los odias, luego te acostumbras, y terminas dependiendo de ellos".

Una vez más, podría desarrollar mucho más esta idea pero prefiero que busques en tu vida, ya sea en el pasado o en el presente, en tu propia realidad o en la de alguna de las personas que te rodean, y si encuentras alguna similitud...

... escapa en cuanto puedas porque podrías llegar a institucionalizarte.


Imagen con licencia CC cortesía de Álvaro Nístal.

PD: En caso de que la reclusión no te afecte en primera persona piensa muy bien antes de actuar, porque como has leído, incluso los mejores amigos pueden llegar a hacerse daño si el grado de institucionalización es considerablemente avanzado.

4 comentarios:

  1. Todo muy cierto, aunque me quedo sobre todo con la postdata...

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  2. Gracias caballero, de hecho... creo que es material para otro pasaje.

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  3. Respuestas
    1. Jejeje. Haces bien. De hecho... aunque tiene muy poquito de #Spoiler, voy a avisarlo en la entrada La película es enorme.

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